Estudié psicología en el sur de Chile en los ’90, en la Universidad de la Frontera, a los 17 años Temuco me recibió con lluvia y frío para iniciar este camino profesional.

Aprendí en la formación en Psicoterapia Estratégica Breve, la importancia de “hacer la terapia a la medida”, respetando la concepción de mundo del consultante, sus recursos y sus propias metas para construir una estrategia de intervención.

Me formé en Psicodrama Clínico Grupal, en un período de crisis en mi vida. El teatro y el grupo de compañeros, vino a rescatarme, mostrándome modos nuevos de acoger, expresar y darle un lugar en el mundo a lo que vivía por dentro. Incluyendo el cuerpo en la terapia y la potencia del grupo como contención.

Más tarde, se encontraron en mí, dos de mis grandes amores, el arte y la terapia cuando me formé como Arteterapeuta en la Universidad de Chile.

El arte al servicio de la psicoterapia me ha permitido acoger aquellas experiencias vividas, esas emociones y marcas que nos atraviesan el cuerpo, y que no tenemos palabras para poder nombrar, o que son muy difíciles de sostener a través de la palabra. El poder transformador del arte me abrió un mundo de posibilidades de acompañamiento respetuoso, creativo y profundo.

He realizado clases en el postítulo de Arteterapia de la Universidad de Chile y en el magister de Arteterapia de la universidad Finis Terrae.

Trabajé en el Programa de Reparación y Atención Integral en Salud y Derechos Humanos PRAIS, con personas y familias atravesadas por experiencias traumáticas y violencia política. Y en contextos oncológicos en la Fundación Arturo López Pérez, cuando la enfermedad se impone y pone a prueba las vidas de familias enteras.

Desde hace más de 20 años, acompaño en la consulta, a personas en sus procesos vitales, etapas de crisis y crecimiento personal, a través de la psicoterapia, y psicoterapia a través del arte, tanto en procesos individuales como grupales. Personas con las que crezco y de las cuales me siento honrada de acompañar.